Resturante Juan Brasilia
Ubicación: Santa Elena 1117, Santiago
Horario:Lunes a Sábado, 11:30 – 23:30
La tradición es la trasmisión de elementos culturales de generación en generación que permiten la continuidad de una sociedad. Son muchas y diversas: religiosas, folclóricas, culinarias, artísticas, populares y un montón de otras más. Desde encumbrar un volantín hasta zapatear en una fonda un Dieciocho de septiembre. O participar de alguna fiesta como la de San Pedro, la Vendimia, el Carnaval de Sol en Arica o el Tapati, en Rapa Nui. O preparar una rica cazuela con una receta familiar o tomarse un terremoto con pipeño y helado de piña, un mote con huesillo o una simple piscola entre amigos. Son tradiciones que se construyen en el tiempo y también en lugares, en la calle, la plaza y, por supuesto, en los bares. Y si acaso hay uno que de tradiciones sabe es justamente este, el entrañable Don Juan Brasilia.
Su historia se remonta hace más de sesenta años cuando su antiguo dueño de nombre Juan jugaba en un equipo de fútbol llamado Brasilia. Ya en sus inicios Don Juan Brasilia, “la capital de la buena mesa” como reza el letrero original que cuelga en la entrada, fue el epicentro de sendas reuniones sociales y distendidos almuerzos entre trabajadores y vecinos que colmaban las mesas de este local. Por ese entonces, su actual dueño, don Carlos Sepúlveda, trabajaba en el restaurante junto a su madre y también su esposa. Cuando don Juan se vio obligado a vender el boliche por temas de salud, don Carlos, con mucho esfuerzo y junto a su esposa, decidió comprarlo. Desde aquel día ya han transcurrido casi treinta años y el lugar, por decisión del mismo Carlos, mantuvo su nombre, el famoso letrero y la carta con comida y brebajes típicos criollos que alimentan el espíritu de una tradición que solo se logra construir con los años.
Durante este tiempo las puertas de Juan Brasilia han estado abiertas para recibir a todo tipo de público y que entran a degustar un costillar al horno con puré, una carne al jugo o un borgoña, entre tantos otros menesteres, a un precio accesible y justo. Si en los años noventa, antes del cierre de empresas e industrias de la zona, el Brasilia atendía a trabajadoras, operarios y obreros que concurrían en grupos a almorzar o después de la jornada laboral, en los años dos mil y con el arribo de la televisión por cable, fue la fanaticada del fútbol la que comenzó a ocupar sus mesas. Dueño de una transversalidad que se celebra en este bar, por aquí han pasado de pije a paje: banqueros, deportistas, trabajadoras, abogados, circenses, cantantes, actrices, ambulantes, empresarios, estudiantes, jubilados e incluso un florido grupo de cuequeros que alguna vez vino sagradamente todos los viernes de la semana por casi un año.
No es casualidad que vengan abuelos con sus nietos, familias enteras o parroquianos solitarios a encontrase con viejas amistades. La tradición es esa y hasta ahora se mantiene vigente. Sentarse a ver partidos de fútbol con respeto a los rivales y por sobre todo mantener la buena convivencia es la consigna del Brasilia, el equipo de todos. Tampoco es casualidad que el futuro de este local quede en la familia, un legado que ya tiene a Matías, el nieto de don Carlos, trabajando arduamente para continuar con una tradición que por ningún motivo debe morir. Porque es responsabilidad de todos y todas cuidar bares y fuentes de soda como este, Don Juan Brasilia, un lugar donde se celebran la diversidad y nuestras raíces para pensar un futuro en colores.